sábado, 15 de mayo de 2010

2.52

Dos, cincuenta y dos.
Dos y cincuenta, dos.
Dos números convertidos en cuerpos, haciendo el amor a escondidas.
Dos cuerpos convertidos en palabras retenidas.

El sueño y mi sexo no van de la mano,
y mi reloj nunca avisó que esto pasaría.

El amor de mi vida volvería.
Mi tristeza, como base, seguiría.
Pero mis ojos miopes nunca entenderían,
que soy débil ante tantas amenazas.

Los venenos.
Los suicidios.
Lo real y lo ficticio.
El amor, el olvido,
y los escritos prohibidos.

Todo forma parte de un sufrimiento efímero.

Las palabras plasmadas y todos sus sentidos.

Ya no escribo, vivo.
Formo parte de otro ciclo.
Tres y veinte, madres o hijos;
haciendo el amor sin amor.
Devotos del masoquismo.

Me confundo, me desvivo.
Sí, yo hago lo indebido.
¿Y si acaso salgo perdiendo,
se llenará, finalmente, el vacío?

Su voz es mi refugio.
Su cuerpo,
el fin de mis caprichos.

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